jueves, 28 de marzo de 2019

Agustín Muñoz Grandes

Agustín Muñoz Grandes

Agustín Muñoz Grandes




Biografia
  
Nació en el barrio de Carabanchel Bajo (Madrid), en el seno de una familia humilde, de la cual ninguno de sus miembros habían servido en el Ejército. Siendo todavía un adolescente, en 1910 ingresó para cursar estudios en la Academia de Infantería de Toledo, de la que entonces era jefe el coronel José Villalba Riquelme.

A los dos años de su graduación, en 1915, ya con el grado de teniente, siendo un estudiante aplicado y buen compañero, y por petición propia, es trasladado al frente marroquí, donde asume el cargo de una unidad de regulares, donde permanecerá largo tiempo. Recibe varias condecoraciones en distintos combates. Una década después, es gravemente herido al recibir un impacto en el pecho en la famosa batalla de Alhucemas.

Asciende en el escalafón por méritos de guerra a teniente coronel en 1926, año en que regresa a la Península, donde demuestra un talante liberal y republicano, algo que choca con el devenir después de sus destinos, aunque no era el único oficial, ya que parte de la oficialidad española comenzaba a distanciarse del Gobierno cuando éste empieza a poner en marcha reformas en el Ejército.

En 1931, la República se instala en el Gobierno español, y en septiembre de 1933 es nombrado por el entonces Director General de Seguridad, José Valdivia, segundo jefe de la Guardia de Asalto, donde le encomienda su organización. Este cuerpo policial fue creado por la República, para servir a los intereses de ésta, por el ministro de Gobernación, Miguel Maura. En su nombramiento influyó la fama adquirida al organizar y dirigir tropas regulares en Marruecos. En esta época fue uno de los dirigentes que se encargaron de sofocar la sublevación minera que tuvo lugar en Asturias, en octubre de 1934. Permanece en este cuerpo hasta 1936.
Aunque no colabora con los Gobiernos de derechas que gobiernan en España desde 1933 hasta 1935, y tras el triunfo electoral del Frente Popular en 1936, ya coronel y destinado en Madrid, empieza a conspirar desde la Unión Militar Española, la cual estaba al frente el general Mola.

Tras el pronunciamiento militar del 18 de julio de 1936, Muñoz Grandes, que se sabe vigilado por el Frente Popular, consigue esconderse durante los primeros días, aunque es rápidamente localizado y detenido, siendo confinado en la cárcel Modelo de Madrid. Entre otros destacados derechistas, serán compañeros suyos de reclusión Ramón Serrano Suñer, el futbolista Ricardo Zamora y los dirigentes falangistas Rafael Sánchez Mazas, Raimundo Fernández Cuesta y Miguel Primo de Rivera.

Salvado de un primer intento de fusilamiento cuando ya se encontraba delante del pelotón por el entonces director general de Seguridad, Alonso Mallol, días después, el coronel Muñoz Grandes tendrá un nuevo benefactor en la persona del anarquista Melchor Rodríguez García, el angel rojo para los reclusos derechistas de la Modelo. Fue el 8 de diciembre de 1936, cuando tras un bombardeo de los sublevados en el aeródromo de Alcalá de Henares, los republicanos intentaron asaltar la cárcel y dar muerte a los 1.532 simpatizantes del alzamiento allí detenidos. Rodríguez García, a la sazón director general de Prisiones, tras discutir durante varias horas con los milicianos, amenaza con dar armas a los presos si intentan asaltar la prisión, consiguiendo así que las turbas exaltadas cejaran en su propósito.
En marzo de 1937, apenas llegado a la "zona nacional", se incorpora al servicio activo. Se le ordena sustituir al coronel Cayuela en el mando de una de las brigadas navarras o lo que es lo mismo: una de las fuerzas más combativas de los sublevados.

Al frente de su unidad, el aún coronel juega un papel decisivo en la ofensiva del Norte. Tras participar en la campaña de Santander, (Asturias), comandando conjuntamente la 2ª y 3ª Brigadas Navarras, rompe la línea del Campo de Caso tras librar un duro combate en inferioridad de condiciones frente al enemigo. Todo parece indicar que esta acción es la que le vale el ascenso al generalato.

Mandando la 61ª División del 2º Cuerpo de Ejército participa en la Batalla de Teruel, una de las más cruentas de todo el conflicto. Meses después, cuando el general Franco reorganiza sus fuerzas para el asalto final, Muñoz Grandes es nombrado jefe del Cuerpo de Ejército de Urgel, a cuyo mando participa en la toma de Cataluña.

Terminada la guerra civil, el segundo jefe de los Guardias de Asalto al comienzo de la Segunda República Española, hasta la primavera de 1936, obedeciendo el propósito de Franco de mantener unido el partido único bajo el mando de un militar, fue elegido para ser el primer Ministro Secretario General del Movimiento, en sustitución de Raimundo Fernández-Cuesta. Muñoz Grandes no era ni monárquico, ni tradicionalista, ni falangista, sino más bien republicano centrista. Por eso su nombramiento fue una auténtica sorpresa. Más tarde lo simultanea con el delicado Gobierno Militar del Campo de Gibraltar.

Coincidiendo con la Invasión alemana de la URSS, Franco le situó al frente de la unidad de voluntarios españoles, la División Azul.
En esta misión Muñoz Grandes contaba con una ventaja, ya que conocía a los alemanes, máxime también con su sintonía con algunos oficiales de la Wehrmacht. De hecho, en una ocasión fue asesor táctico de Wilhelm Canaris, responsable de la Inteligencia del Ejército alemán, y también el organizador de la ayuda del Reich a Franco y amigo personal de este último, el cual le consultó para poner en marcha la operación Félix, la invasión de Gibraltar.

El 31 de julio de 1941, Muñoz Grandes pronuncia un discurso a los voluntarios españoles, encuadrados en la 250º División de la Wehrmacht, en el campo de entrenamiento de Grafenwöhr, el mismo día que prestaron juramento a Hitler y a su causa:

"¡¡voluntarios españoles!! ¡¡soldados de honor de mi patria!! en uno de los momentos más felices de nuestra vida, y ante las banderas gloriosas de Alemania y España, habéis jurado morir antes que la barbarie bolchevique prosiga aquella obre de odio y destrucción que ensangrentó nuestra patria y que hoy pretende imponer a toda Europa" .

Después de 5 semanas de entrenamiento, es desplegada en el sector de Novgorod, formando parte del 25º Ejército alemán, en total unos 18.000 efectivos, formada en su mayoría por falangistas, soldados de reemplazo , voluntarios y mandos profesionales.
En el mes de septiembre de 1941 mantuvo una entrevista con Hitler en el cuartel general de Rastenburg, también conocido como «guarida del lobo». El dirigente nazi, después del desinterés mostrado por Franco y la impotencia de Ramón Serrano Súñer, pensaba que Muñoz Grandes se sumaría a su causa. De hecho fue condecorado por Hitler con la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro en marzo,y posteriormente, en diciembre de 1942, le concede las Hojas de Roble, la cual es excepcionalmente concedida a un soldado no alemán.

En un informe elaborado por Ribbentropp (Ministro de Exteriores alemán) el 31 de agosto de 1942, Muñoz Grandes no oculta su descontento ante la falta de ideologización de los nuevos reemplazos que van llegando a la división, que ya no son mayoritariamente falangistas. Según las mismas fuentes, en dicho encuentro, el general asegura no tener ningún inconveniente en permanecer al frente de la división si Hitler lo considera oportuno, pero también comenta que sus verdaderos propósitos consisten en regresar a España con el apoyo alemán y llevar a cabo, con ayuda de Falange, una limpieza de cuantos elementos no tienen cabida en el supuesto orden que el general cavila. Para ello no hará falta quitar de en medio a Franco, bastará con relegarle a un puesto honorífico, será suficiente con convertirlo en jefe del Estado honorífico mientras Muñoz Grandes es nombrado presidente del Gobierno.

Quienes apoyan esta teoría sostienen que, en aras del prestigio que el comandante en jefe de la División Azul necesita para regresar a España y llevar a cabo su maniobra, la unidad juega un papel determinante en la Batalla de Leningrado -actual San Petersburgo-, Se cuenta que en aquellos días Hitler comentaba con frecuencia al general Alfred Jold, uno de sus más estrechos colaboradores: "Tenemos que impulsar todo lo posible la popularidad del general Muñoz Grandes porque la División Azul puede, en un momento dado, desempeñar un papel decisivo cuando suene la hora de derribar este régimen controlado por curas".





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